Una historia sobre las relaciones afectivas cargada de amor y de humor

Una coproducción de Rambleta y la compañía valenciana Al Anochecer Producciones

El simple acto cotidiano de bajar la basura al contenedor es el nexo de unión de los dos personajes que protagonizan ‘Al anochecer’. Un lugar frío, sucio e impersonal como lo es un contenedor de basura llega a convertirse en el nido idílico para el amor/desamor. Una historia de amor, en la que dos seres exiliados del mundo anhelan y temen por igual amar y ser amados.
 
Una pieza de dos personajes sin nombre -Él y Ella- interpretados por Pablo Díaz del Río y Helena Font, bajo la dirección de Sergio Caballero. Una coproducción de Rambleta y la compañía valenciana Al Anochecer Producciones, que celebra los 20 años de creación del exitoso texto de Juli Disla. Un texto que sigue siendo de plena actualidad, las relaciones afectivas en el conjunto de la sociedad.
 
Al lado del contenedor de basura que tenemos más cerca de casa hay una historia: la de él y la de ella. Cada día junto a los deshechos dejan también un poco de ellos mismos. Y cada noche vuelven para conocerse un poco más. Y cada noche el camión se lleva la basura y las ilusiones de volverse a encontrar de nuevo. ‘Al anochecer’ es tan simple y tan complicada como una tierna historia de amor y de humor.
 
Existe equivalencia entre la basura y las cargas emocionales con las que conviven, como un vertedero emocional que contrasta con la desnudez de sentimientos de estos dos seres perdidos. Este elemento tan característico y presente en la vida diaria de cualquier persona, es la base principal de la escenografía.
 
No es casualidad que Él y Ella se refugien en la oscuridad. La noche les da seguridad, clandestinidad, les permite no sentirse juzgados ni observados. Toda la obra transcurre cuando empieza a oscurecer, ya que la noche les da valor para encontrarse de nuevo y mostrarse tal y como son.
 
Ambos personajes juegan a deshacerse de sus problemas tirándolos al contenedor. Construyen su relación como un juego de verdades y mentiras, como una partida de póker en la que van destapando sus cartas: Juegan al escondite con sus sentimientos. Los diálogos también funcionan como un tablero de ajedrez con riesgo a mover ficha.
 
El silencio y el espacio sonoro

Lo que no se dice es tan importante como lo que se dice. En este texto los silencios son tratados como un personaje más que, igual que el camión de la basura, a veces resulta impertinente, otras veces revelador, pero siempre transformador de las emociones. Los sonidos de la noche crean una atmósfera única y personal que dan cuerpo a la pieza y forman el espacio sonoro: el camión de la basura, las ambulancias, los ladridos de los perros, el sonido del viento… el sonido del silencio.
 
Una obra comprometida y cercana al espectador

Un propuesta íntima, comprometida y cercana al espectador. Donde lo que prima es siempre lo que se cuenta y cómo se cuenta. Con una dramaturgia y puesta en escena donde el espectador puede sentirse identificado, donde tiene la sensación de haber invadido la intimidad de los personajes.
 
‘Al anochecer’ es un desencuentro. En un espacio inusual simbólico, extrañamente poético… teatral. Con unos personajes que se contradicen, que dudan, que no saben explicarse, de los que habrá que adivinar deseos y pasiones. Con una historia sencilla que no pretende otra cosa que enseñarnos esta historia de dos. La historia de cinco intentos de encontrarse, por buscarse y no hallarse. Él y Ella se perderán, lo saben, lo sabemos desde el principio. Pero lo intentan, porque en el fondo desean cogerse a este intento, porque perdieron otras ocasiones…
 
La historia que muchos han soñado

‘Al anochecer’, tal y como lo expresa su autor, “puede ser (casi seguro que lo es) la historia de muchos. O la historia que muchos han soñado/pensado/ deseado/imaginado”. Si esta obra tiene alguna ambición “es la de una cierta universalidad de las relaciones. Con la forma y los elementos que nos permiten distanciarnos lo suficiente como para disfrutar de ella y no herirnos… y poder reírnos”.